Isla Sentimientos
Al abrir nuevamente los ojos estoy en un lugar completamente diferente en esta no tenia casas, había huertos de árboles, unos grandes y otros medianos, era la isla de mis sentimientos.
Me acerqué al que tenia mas cerca, entré y vi árboles muy grandes, todo se veía verde como si siempre fuese primavera ahí había unos frutos amarillos brillantes y redondos; muy bonitos, tome uno y lo comí, me embargó una total felicidad, sonriente y alegre con ganas de saltar y correr, de ensuciarme y de hacer tantas cosas, me sentía raramente feliz de una manera en la que nunca lo había sentido, esta extraña felicidad había salido de la nada; no como otras veces que me ponía feliz por que pasaba algo bueno, era como si aun cuando pasara algo malo, esta felicidad no me abandonaría nunca, y así tan feliz como puede ser una persona, salí del huerto, en la tierra clavado un letrero decía: el huerto de la felicidad.
Me fui dando brinquitos hasta el siguiente huerto, era igual que el anterior todas las paredes de cristal y era redondo, me parecía todo igual que el anterior, así que cogí nuevamente un fruto y lo comí, noté una extraña transformación de mi entorno, parecía como si un otoño triste y feo lo invadiera todo, cristales rotos y llenos de tierra, y plantas podridas y con un olor extraño, los frutos en ves de ser amarillos y apetitosos eran de3 un color marrón, me sentía con ganas de llorar como si nada pudiera hacerme sentir bien, era una tristeza tan profunda que no parecía tener un fin, ni un por que, no parecía haberla causado nada pero estaba allí, salí de ese lugar tan triste y aun sintiéndome así camine, después de ver el letrero que decía: huerto de la tristeza.
A pesar de esta depresión decidí seguir con este viaje así que continué caminando, encontré otro huerto, de normal tamaño, entre y había unos frutos especialmente grandes y con muchas semillas, mientras comía uno, veía todo desde los detalles de flores del acero de los marcos de las ventanas hasta los acabados en los vidrios, también veía como un pequeño gusanito hacia su capullo colgándose de una ramita, cuando termine caminé sin prisa por todo el lugar fijándome en cada detalle como si el tiempo no existiese, al salir de allí vi que el letrero decía: huerto de la paciencia.
Caminando tan tranquilamente como se puede ser camine al siguiente huerto, era especialmente feo y no daban ganas de entrar en el pero, me decidí a entrar, era algo oscuro y había unos árboles grandes y sin hojas no tenían frutos, pero había unos arbustos pequeños y espinosos que tenían una pequeña frutita negra, tome una y la comí, todo se transformo para mi en ese momento, era como si todo estuviera mal, rompí un par de vidrios, empecé a gritar a tirar golpes y a blasfemar, era mucho el coraje que tenia, Salí corriendo de allí, el letrero en la puerta del huerto decía: huerto del enojo.
Entre a otro huerto, en el había unas frutitas sin chiste, en el momento se fue el enojo, y un aburrimiento enorme lo remplazó era tanto que trate de contar las hojas de un árbol pero descubrí que no podía, observé las nubes y le di muchas vueltas al invernadero, hasta que mis pies me sacaron de allí, su letrero decía: huerto del aburrimiento.
Luego entre a un invernadero en el que parecía que había legumbre, al principio de cada hilera había un pequeño letrero que decía lo que era cada uno, allí había de todo pereza, fe, envidia, duda, generosidad, belleza, egoísmo, intriga, no quise tomar ninguno de los frutos por que ya sabia lo que eran, de repente se prendieron unas regaderas que alimentaban a las plantas Salí de allí para no mojarme en la puertas decía invernadero de las cualidades.
Cuando empecé a caminar vi que me faltaban solo dos huertos eran algo distintos pero uno junto al otro uno era distorsionado, y el otro era el mas bello pero también era el mas pequeño de todos los invernaderos, primero entre al que estaba distorsionado, había árboles muy extraños allí, tenían el tronco cuadrado, otros triangulares también estaban unos arbustos demasiado grandes, los frutos de los árboles eran negros con motas moradas, verdes, azules y amarillas, con algo de duda (de a cuerdo las frutas de la duda se veían ricas), y me la comí de un bocado, todo lo que parecía extraño a mi alrededor se veía normal, me parecía normal que hubiera peces volando a mi alrededor y que los gatos tuvieran tres pies, era normal que el sol y la luna estuvieran en el mismo cielo todos los días y que el techo estuviera en mis pies y que hubiera una puerta de medio metro de alto en la pared y entrara con facilidad.
La puerta conducía al invernadero pequeño a diferencia de los otros había solo un árbol allí y tenia muy pocos frutos de buen tamaño muy bonitos de color rosado y naranja, a diferencia de los otros invernaderos los acabados eran de Ángeles nubes y corazones comí una de esas frutas y para mi sorpresa nada cambió y el amor afloro en mi el amor por mi, por las personas a las que conocía, el amor por las islas que recorro sin saber por que y sin saber que mas habrá adelante, me sentía tan bien que era lo único que necesitaba, no me faltaba nada y era completamente feliz, era una mezcla de todos los sentimientos y cualidades que hay en este lugar, al salir de allí vi los dos letreros de los invernaderos y decían: locura y amor.
Y así como estaba tan loca y enamorada, también tenía mucho cansancio, así que decidí dormir en la playa viendo las estrellas que parecían tan hermosas como en la isla de mi inspiración.
Irene Noriega López Legazpi...-I.N.L.L...
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